Abro la persiana y un continuo murmurar de muchedumbres infinitas que atraviesan desde el quinto renglón de mi poesía hasta la calle de en frente, me incitan a cometer el pecado capital, y recitar una rima que yace de los suburbios, repitiendo todo el instante como si fuera un disco de ras, o una baratería infame que me arroja el destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario